¿Qué convierte a una crema en una crema de 700 euros?

¿Es ciencia? ¿Es marketing? ¿Es sólo una promesa o cumple con las expectativas?

Detrás de una crema facial hay muchas cosas. Hay esperanza, hay promesas. Sobre todo promesas: quitarte diez años en una aplicación, reducir el tamaño de las arrugas, eliminar las líneas de expresión, disminuir el tamaño de los poros… y aunque sabemos que es difícil que se cumplan todas ellas, solemos caer una y otra vez. Adquirimos un sérum detrás de otro y la hidratante que agita el mercado a continuación porque tenemos la esperanza(¡ay!, la esperanza) de que sea la buena. Esa que sí marcará la diferencia. 


Bien, parece que ha aparecido. La crema que cumple cada una de sus promesas (la de retrasar el envejecimiento, la de reafirmar, la de hidratar, la de reparar la de tonificar, la de iluminar…) y no sólo las cumple, sino que lo logra en días. Su nombre es Super Cream (¿para qué complicarse?) y te cambia la cara en un fin de semana. Su precio, eso sí, es algo más complicado: ronda los 700 euros. 

La clave de su eficacia está en utilizar la cantidad indicada de esos ingredientes que muchos cosméticos llevan en letras grandes en sus etiquetas, pero en su interior en proporciones tan pequeñas que no son suficientes para cumplir los objetivos deseados; y en estar elaborada para penetrar en las capas más profundas de la piel. Y es esto lo que justifica su precio. Porque gracias a esto consigue resultados tan rápidos. Este sistema "primero fue desarrollado en el campo médico y farmacéutico para tratar con medicamentos células cancerígenas concretas". Y es que el sistema X-50 funciona como un GPS: "Encapsulas el ingrediente activo y modificando la superficie puedes llegar a la célula que quieras. Este sistema ha probado que puede multiplicar por 9 la cantidad de colágeno producido y mejorar la de elastina en las células en sólo seis días", asegura Julio Lamberty, investigador del laboratorio que la formula. 

¿Compensa el precio que hay que pagar por una piel perfecta?